Crepúsculo. Capítulo 15: Los Cullen















Finalmente, me despertó la tenue luz de otro día nublado. Yacía con el brazo sobre los ojos, grogui y confusa. Algo, el atisbo de un sueño digno de recordar, pugnaba por abrirse paso en mi mente. Gemí y rodé sobre un costado esperando volver a dormirme. Y entonces lo acaecido el día anterior irrumpió en mi conciencia.
— ¡Oh!
Me senté tan deprisa que la cabeza me empezó a dar vueltas.
—Tu pelo parece un almiar, pero me gusta.
La voz serena procedía de la mecedora de la esquina.
—¡Edward, te has quedado! —me regocijé y crucé el dormitorio para arrojarme irreflexivamente a su regazo. Me quedé helada, sorprendida por mi desenfrenado entusiasmo, en el instante en el que comprendí lo que había hecho. Alcé la vista, temerosa de haberme pasado de la raya, pero él se reía.
—Por supuesto —contestó, sorprendido, pero complacido de mi reacción. Me frotó la espalda con las manos.
Recosté con cuidado la cabeza sobre su hombro, inspirando el olor de su piel.
—Estaba convencida de que era un sueño.
—No eres tan creativa —se mofó.
[...]
—Bienvenida otra vez —musitó, tomándome en brazos.
Me meció en silencio durante unos momentos, hasta que me percaté de que se había cambiado de ropa y llevaba el pelo liso.
—¡Te has ido! —le acusé mientras tocaba el cuello de su camiseta nueva.
—Difícilmente podía salir con las ropas que entré. ¿Qué pensarían los vecinos?
Hice un mohín.
—Has dormido profundamente, no me he perdido nada —sus ojos centellearon—. Empezaste a hablar en sueños muy pronto.
Gemí.
—¿Qué oíste?
Los ojos dorados se suavizaron.
—Dijiste que me querías.
—Eso ya lo sabías —le recordé, hundí mi cabeza en su hombro.
—Da lo mismo, es agradable oírlo.
Oculté la cara contra su hombro.
—Te quiero —susurré.
—Ahora tú eres mi vida —se limitó a contestar.
[...]